Ayer por la noche y hoy por la noche me he cruzado con dos personas distinas en dos sitios distintos pero que curiosamente han repetido el mismo comportamiento peculiar... El primero fue un chaval de quizás 30 años que salía aparentemente de un edificio con un par de oficinas (con lo que supuse que quizás estaba saliendo por la hora de la jornada laboral) y justo fue pisar la calle, caminar y ponerse a cantar una canción. Yo iba detrás, íbamos por una calle bastante solitaria y creo que no se percató de que lo estaba escuchando, aunque más adelante nos cruzamos con un par de mujeres y simplemente se limitó a bajar un poco el volumen de su canto. Me resultó muy simpática la situación, pues a mí también me gusta cantar, jejeje. Hoy ha sucedido algo parecido, esta vez era una mujer de 40 y tantos años quizás, que paseaba por una calle bastante concurrida, pero la mujer iba felíz cantando delante mía y no le preocupaba lo que pensaran de ella. También me ha producido una sonrisa. No hablo de locos ni vagabundos, sino de personas muy normales, bien vestidas y libres, libres para cantar cualquier día por la calle si simplemente les apetece o les hace felíz, sin importar lo que piensen los demás. Ése espíritu es el espíritu del Carpe Diem y no es muy común que te lo encuentres con facilidad, así que me siento afortunada de haberme cruzado dos días seguidos con gente que te recuerde que siempre se puede encontrar un motivo para escuchar tu voz, no importa si los demás están escuchando o no.
jueves, 29 de octubre de 2009
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