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sábado, 25 de junio de 2022

El cuento de la ola

 En un inmenso océano había una ola que empezó a tomar consciencia:

-- "Qué bien! Soy una ola y puedo moverme".

Pronto se dió cuenta de que no estaba sóla:

-- "Anda! Hay otras olas! Mira ésa es más grande que yo" -- Miró hacia atrás y pensó -- "Me voy a hacer más grande que esa ola que tengo detrás mía"

Mientras estaba con estos pensamientos, divisó a lo lejos la orilla de la playa y se dió cuenta que allí no había olas. Entonces sintió temor:

-- "Pero entonces nosotras las olas morimos en la orilla"

Intentó ir hacia atrás y vió que no podía. Seguía avanzando hacía lo que ella pensaba era la muerte de todas las olas. Se puso tan triste que otra ola que pasaba por allí y que era mucho más sabia le dijo:

-- "Psss psss. Pero qué te pasa?"

La ola le compartió sus miedos y por qué estaba así a lo que la ola sabia le explicó:

-- "Tus problemas vienen porque sólo piensas q eres una ola junto a muchas otras pero no estás poniendo atención a lo que verdaderamente eres. Te quedas en la superficie y te crees que eso es todo."

La ola se quedó pensativa mientras la ola sabia siguió explicando:

-- "Sólo tienes que concentrarte y conectar con tu interior olvidando todo esos prejuicios. Siente tu elemento y siente de donde viene esa energía que te mueve cada día"

La ola se concentró. Dejó de pensar q era una ola y de repente lo sintió. 

-- "Pero si soy agua! Todas somos agua y estamos conectadas! Como he estado tan ciega para no ver que en realidad soy Océano, eso es lo que somos todas las olas, por lo tanto no morimos en la orilla."  

Photo by Josh Sorenson: https://www.pexels.com/photo/aerial-photography-of-body-of-water-1054389/


 

 

sábado, 15 de mayo de 2021

El cuento de las dos vasijas

 Un cargador de agua de la India tenia dos grandes vasijas que colgaba a ambos extremos de un palo. Una de ellas era nueva y reluciente, mientras que la otra era muy vieja. La vasija nueva era felíz porque hacía bien su trabajo. Su compañera, consciente de su situación, se sentía triste porque el agua se le escapaba a través de las grietas.

Al cabo de un tiempo, la tinaja ajada por los años se sinceró con el aguador: "Estoy avergonzada porque, por mi culpa, sólo puedes entregar a tu amo la mitad de mi carga". El cargador de agua la miró compasivo y le pidió un favor: "Cuando regresemos a la casa del señor, quiero que te fijes en las hermosas flores que crecen en el camino". 

Así lo hizo y, en efecto, eran muchas las flores que crecían junto al sendero. Al llegar a su destino, el cargador le preguntó: "¿Te has dado cuenta de que sólo hay flores en el lado del camino por donde tú pasas?" "Hace unos años - prosiguió el aguador- sembré semillas de todas esas preciosas plantas que has visto y con las flores que tú riegas cada día, hago ofrendas a mis dioses. Si no fueses así como eres, no podría venerar a mis dioses con flores tan bellas como las que recojo gracias a tí".

domingo, 12 de abril de 2020

Carlos Castaneda

Extracto del libro "Relatos de Poder"

Estamos en una burbuja en la que somos colocados en el instante de nuestro nacimiento. Al principio está abierta, pero luego empieza a cerrarse hasta que nos ha sellado en su interior. Esa burbuja es nuestra percepción. Vivimos dentro de esa burbuja toda la vida. Y lo que presenciamos en sus paredes redondas es nuestro propio reflejo.

(photo by pixabay)

domingo, 18 de noviembre de 2012

Extracto de un mini relato antiguo mío

Ella corría y corría a través de la densa niebla presa del pánico que la poseía. No sabía exactamente qué la estaba persiguiendo, pero su presencia la inquietaba y algo en su mente le decía que debía huir de aquello, fuera lo que fuera. Ni siquiera la curiosidad de averiguar lo que era pudo con su miedo a lo desconocido. Los árboles, el camino, el cielo... de repente todo se tornó oscuro. Eso fue lo último que vió antes de desvanecerse exhausta. Se sumergió en un sueño, extraño sueño del que ella no tenía control, simplemente observaba cómo sucedía todo, impotente, sin poder hacer nada. Fue testigo de las más diversas transformaciones que un paisaje puede sufrir y a cada transformación se sentía más y más confusa. Finalmente su consciencia despertó, y poco a poco sus ojos se acostumbraron a la luz que la envolvía completamente. Una ventana fue lo primero que divisó. Una ventana con un marco de madera verde un tanto vieja y desgastada.... Aquellos cristales medio sucios le recordaban a otra ventana parecida que había visto alguna vez en casa de su difunta abuela. Pero la visión que se encontraba tras la ventana como un cuadro enmarcado en la pared, le resultaba aún más familiar. En medio de uno de sus inútiles esfuerzos por hacer memoria, alguien llamó a la puerta. Entonces se dió cuenta: "¡Dios mío, pero si estoy en una habitación!", pensó sin atender a la llamada. Nuevamente volvieron a tocar a la puerta, esta vez con más fuerza y seguido de una voz indudablemente femenina que preguntaba: "¿Estás ya despierta? ¿Tienes hambre?". Su primera reacción fue contestar: 
-"¿Quién es? ¿Dónde estoy?".
-"Pues entonces voy a prepararte el desayuno".- Fue la única respuesta que recibió.
Escuchó como sus pasos se alejaban y reanudó el estudio de aquella habitación. No sabía si tendría fuerzas para salir de la cama. Se quedó pensativa un momento y acto seguido se levantó. Una nube cruzó su mente por un instante y le trajo el recuerdo de todo lo que había pasado la noche anterior. "¿Cómo había ido a parar allí?". Era la pregunta que no paraba de hacerse una y otra vez. Se sumergió de nuevo en un estado ausente y desde su mundo particular vió un retrato en una pared muerta, un gris triste servía de fondo a aquel rostro de una jovencita que pensó no tendría por aquel entonces más de 13 años. Imagen de una madurez prematura vestida de inocencia. Tardó un rato en reconocerse a sí misma, años atrás. Siempre tan responsable y recelosa, con esa mirada perdida que nadie atendía. "¿Qué hacía allí?".
Secuencias de imágenes recientes se agolpaban en su memoria. Ella salía de una casa y comenzaba a caminar, no recordaba hacia donde pero el trayecto era familiar. Unos árboles y un camino, sí, un curioso camino que serpenteaba y se retorcía cual serpiente engullendo a su presa. Creyó ver una sombra tras unos matorrales y un frío repentino que la hizo temblar de pies a cabeza. ¿Había sido un producto de su imaginación?". Se esforzó en no darle importancia hasta que de nuevo apareció fugazmente aquella silueta. Esta vez no se paró a pensarlo y comenzó a correr. Corría y corría sin saber a donde y.... Ahí terminaba su película. Ahora debía averiguar cuál era el final.
Por fin dirigió sus pasos hacia la puerta y la abrió. Un largo pasillo que conducía a un amplio salón lleno de portaretratos, lujosas vajillas y cristalería que nunca nadie usaría, y algunas buenas imitaciones de obras de arte. Se encontraba en su hogar, de eso estaba segura. "¿Mamá?". Llamó casi con ansiedad. "Ya termino cariño. ¿Dónde te lo vas a tomar?". En aquel momento la pregunta le pareció absurda..
-"¿El qué?"- contestó.
-"Pues qué va a ser... el desayuno. Lávate bien la cara, parece que todavía estás dormida".

domingo, 1 de julio de 2012

Makkuro Kurosuke

Genialidad de Miyazaki



Los susuwatari viven en viejas casas abandonadas y buhardillas. Les encanta revolotear por el polvo y el hollín. Pueden transportar cosas incluso mucho más pesadas que ellos mismos. Son inofensivos y tímidos, criaturas fieles y cariñosas.

domingo, 12 de febrero de 2012

Als Kind war ich genau wie Timmy



Yo también era la ovejita negra de la clase jejeje Por cierto que tengo un peluche de Timmy con la misma adorable carita ^o^ y no veas los besakos y achuchones que le doy jajajaja

domingo, 16 de enero de 2011

El esfuerzo supera la falta de medios

Así se titula el capítulo 66 del libro Sanzijing.

披蒲編,
削竹簡。
彼無書,
且知勉。

(algunos caracteres no coinciden con los de mi libro pero en el diccionario q uso no vienen, probablemente son del chino antiguo y ya no se usan en el chino moderno). La historia que encierra este poema es de dos personas muy pobres que trabajaban en el campo. No tenían dinero para comprar libros ni tiempo para ir a escuelas, así que uno leía en esteras de mimbre y otro grababa caracteres sobre tablillas de bambú alternando el estudio con sus labores de campesinos humildes. Así compaginando este artesanal estudio con su duro trabajo, llegaron finalmente a ocupar altos cargos de funcionario en el gobierno del emperador.
Moraleja: ¿hasta q punto nos limitan o dejamos que nos limiten nuestros medios?

domingo, 12 de septiembre de 2010

La regla del oso idiota


Este cuento ya lo había escuchado antes, pero hace unos días mi hermana lo compartió para recordarlo. Para mí la peor parte es la tercera, la de olvidar, creo que el ser humano tiene en ocasiones una fuerte resistencia al olvido, pudiera ser porque el objeto de nuestro deseo nos aporta (o creemos que nos aporta) algo a lo que nos aferramos y nos cuesta desprendernos de esa sensación adictiva, quizás como dice Bucay, porque no hemos encontrado otro sustituto de donde obtenerla. Otras veces simplemente nos acostumbramos a ser víctimas y cuesta mucho salir de ese papel, el dolor nos acomoda porque es un huésped conocido, mientras que el no-dolor nos hace sentirnos algo más indefensos. Es un círculo vicioso y autodestructivo muy peligroso, combiene salir de él en cuanto podamos y tomar el control, el poder porque a fin de cuentas somos nosotros los que lo hemos creado y nuestras circunstancias no son las culpables...

martes, 27 de abril de 2010

Hoy tengo ganas de escribir

Como cada mañana despertó, y al tomar conciencia del presente, ese presente que era el mismo de ayer, el peso de la realidad no deseada vistió su cara con el velo gris de siempre. Normalmente disimulaba bien sus preocupaciones, tan bien que a veces el color gris parecía azul o incluso rosa fucsia a los ojos de los demás. Dicen que el compartir hace menos pesada la carga, pero también piensan otros que el ignorar hace que no le demos tanta importancia a nuestros problemas (por esa ley que muchos siguen de aquello que no ves, o no quieres ver, no existe). Hace tiempo que decidió olvidar el pasado, para dejar espacio en su mente al futuro, pues cuando se acumulaban demasiadas experiencias en  su cerebro corría el peligro de quedarse atrapado en los recuerdos.
Se hacía como cada día, tantas preguntas, preguntas que nadie podía responderle, porque la vida había decidido no desvelarle las respuestas  cuando las necesitaba. No, y además el caprichoso destino, cómplice de la vida, quería alargar el juego un poco más. Igual que una marioneta, sentía la falsa sensación de ligereza, ligera libertad sostenida con unos finos hilos manejados por unas manos que no podía ver. ¿Por qué? ¿Qué sentido tiene esta anónima representación? Sin guión, sin regidor, sin tiempo para ningún ensayo, sólo para caminar y seguir caminando, a veces sin saber muy bien por dónde nos llevan los pasos...
Por la noche la atmósfera le resulta más densa y sus movimientos se ralentizan. Terminando otro ciclo más, cerrando otra página más de ese infinito presente que era su existencia. Vuelve a cerrar los ojos, vuelve a soñar en un mundo paralelo donde la razón no le gobierna, porque es tan sólo una espectadora sin voz. Hasta que de nuevo llega el agridulce amanecer, otra puesta en escena, otra búsqueda quien sabe de qué y se repite la historia.

domingo, 7 de febrero de 2010

Anécdota congelada en el tiempo

9-04-2000
Surgió en la parada del autobús... Observé a un hombre que tenía cierta apariencia de retraso mental; estaba de pie junto con los demás (incluída yo) que esperábamos el autobús, y se entretenía enredando y deserendand una cuerda de mimbre con la que llevaba liado uno de sus bultos. En aquellos instantes sentí curiosidad, me pregunté dónde se alojaría, si tendría una familia o alguien que cuidara de él.... Pasaban los diferentes autobuses (número 21, 23, 15,...) pero nunca se subía a ninguno. Entonces intuí que quizás no esperaba a ninguno, que simplemente repetía como un mimo la actitud de los demás, de espera callada y sumisión al mismo tiempo. Me imaginé a aquel hombre acudiendo todos los días al mismo lugar, esperando y esperando una línea que no sabe que jamás va a llegar, un autobús que le lleve al mundo real que él no puede apreciar porque su visión está confinada en su microcosmos: su paquete, su cuerda y su parada. Siempre repitiendo lo mismo... La tristeza que me inspiraban dichos pensamientos, me hizo analizar mi propio comportamiento. Puede que nosotros también seamos a veces esclavos del tiempo, tenemos nuestra limitada y propia visión del mundo, la única que conocemos. Entonces, ¿qué vida nos espera si nos limitamos a repetir un patrón? ¿acaso tenemos elección? ¿hay simplemente que aceptar nuestro papel e intentar disfrutar la representación?
Volví a ver más veces a aquel curioso hombre en la parada y un día por fin, lo ví subirse a un autobús. Aquello significaba algo, había tenido un despertar ¿era una reacción espontánea, momentánea o tendría repercusiones irreversibles en un micromundo? Daba igual, lo importante era el hecho de haber dado un nuevo paso y haberse arriesgado. Me alegré por él.
La lección aprendida de esta observación, pues no debemos convertirnos en el continuo espectador que transforma su vida en una visión monótona, hay que arriesgar y atreverse a ser partícipes activos, sólo así encontraremos la verdadera satisfacción de haber sido los protagonistas de nuestra película.
Buenas noches y buen viaje.... :)

viernes, 5 de febrero de 2010

Hace diez años

Acaso pasaba el primer capítulo y ya se encontraba de nuevo dibujando el siguiente. El segundo capítulo le traía las mismas dudas, dudas que intentaba quemar con una vela, alumbrando lo más interno, aquello que estaba oculto y que él no veía. Había olvidado el encargo, resultaba más fácil olvidar, y con el tiempo podía hacerlo casi constantemente, sin tener que esforzarse. Mientras, seguía flotando en aquellas falsas nubes de acuarela, que no eran más falsas que suyas. La distorsión de la realidad, formaba parte de su manera de entenderlas; no conocía otra manera... Sus movimientos lentos, precisos, le conducían a través del marco sociológico y moral preestablecido. Le importaba poco mientras tuviera libertad para pensar, para soñar.... para alejarse del dolor unido a los recuerdos.

Photo by Rakicevic Nenad from Pexels

A ellos hizo muchas afirmaciones, la verdad pudo ser camuflada en omisiones pero no manipulada. En el cuadro podían verse claramente todos los elementos y se sentía orgulloso de saber identificarlos bajo el dedo creador de los mismos. 
La inspiración colmaba el momento en que la gracia podía transformarse en estéril palabra o plasmar toda la genialidad que cabe en una idea. "Tantas ideas y tan sólo una pizarra para poder expresarlas..." ese pensamiento acudía muchas veces a su mente, cuando trabajaba en algo importante. Aquello lo era, desde luego, y por eso no lograba concentrarse como antes. Antes todo era espontáneo y resultaba natural; mezcla de fantasía con diversión laboral, pero ahora el proceso se afirmaba como un complejo laberinto del que él no lograba escapar.

lunes, 11 de enero de 2010

Relato corto: "Última parada"

Música de fondo (letra para el que quiera saber de qué va)...
Sacó la carta del bolso, necesitaba sentirla en sus manos para darse valor, para decir aquello que no se había atrevido a decir en toda la noche. La carta que no había podido leerle, que tanto había reescrito una y otra vez, que tanto había ensayado... El momento que imaginó de una y mil formas, la última oportunidad ...se esfumó, igual de rápido que fue la despedida. No hubo abrazos aunque ambos lo deseaban, se besaron fríamente en la mejilla y ella aguantó la tensión sujetando el trozo de papel en sus manos hasta que las puertas del tren se cerraron y se separaron. Entonces la impotencia la inundó completamente. Se sentía incómoda, incómoda por sus dudas, por su cobardía, por no entender lo que le había frenado desde que él dijo algo que ella no esperaba en la conversación. Tanta emoción contenida e incomprendida hizo que las lágrimas hicieran acto de aparición y comenzaran a resbalar silenciosamente por su rostro en cuanto el tren se puso en movimiento. No quiso mirar por la ventanilla, no quería encontrarse con aquellos ojos otra vez que le habían hecho sentirse débil. Sin embargo al final lo hizo sólo para comprobar que él no seguía allí, no había esperado a que el tren se pusiera en marcha, no había querido alargar ese adiós. Esto le hizo sentirse aún más triste. Mientras el mudo y lento llanto intentaba aliviar sus emociones, no podía parar de pensar, de buscar la razón que había paralizado sus intenciones, sus ganas de sincerarse, de mostrar sus sentimientos tal y como eran. "Es miedo, sí, tal vez ha sido eso" se dijo. Miedo de no estar a la altura. Él contaba con experiencias anteriores de otras relaciones, otras mujeres que habían sido lo suficientemente buenas para dejarle buen recuerdo. ¿Quién era ella para competir a ese nivel? Ella ante tanta inseguridad por esa "posible" relación se había auto-eliminado en un acto suicida antes de que él pudiera hacerlo, antes de que se diera cuenta de ella no daba la nota. No, definitivamente no quería someterse a ese examen, pasar por esa inevitable comparación que él haría. Al menos así pensaba ella. Ella que siempre se esforzaba en dar esa imagen de seguridad, de fortaleza, de chica autosuficiente... Y era cierto en parte, pues de otro modo no sería capaz de representar tan bien el papel, pero también tenía otra cara, otro lado en la intimidad que no mostraba normalmente... Aquello que le hacía encontrarse con sus peores pesadillas, que le traía a veces un inútil sufrimiento, que la hundía en su propio infierno... No tenía enemigo más cruel que su propio yo, su otro yo. Sin embargo, esas violentas batallas pasadas ya eran historia, ahora se comportaba de forma más pacifista consigo y los enfrentamientos se limitaban a meras discusiones en las que intentaba no perder mucho tiempo, pues aunque el estribillo de la canción era muy pegadizo, se la sabía de memoria y estaba cansada de repetirla. En aquel momento viajando en el tren con esa sensación de derrota anticipada, sólo encontró las mínimas fuerzas para disimular normalidad ante el resto de pasajeros. Logró reunir cordura suficiente para mandarle un mensaje al móvil, trantando de justificar (sobretodo así misma) de algún modo su actitud cobarde, trantando de borrar esa culpabilidad que llevaba por dentro, que le pesaba en el alma presionándole el pecho. Aquella presión no le había dejado hablar con normalidad al final de la velada, pero ahora sí le permitía mandar aquella breve nota, quizás de auxilio. El texto fue corto: una disculpa, una pista de la oculta confesión y un deseo de vida mejor con otras mejores candidatas. La respuesta no tardó en llegar con forma de llamada. El teléfono sonaba; ella, sin embargo, había agotado las últimas energías y sólo pudo quedarse mirando la pantalla, mirando ese nombre, ese amor correspondido y, al mismo tiempo, temido. El destino vibró en sus manos durante menos de un minuto, 15 ó 20 segundos quizá en los que pudo haber cambiado el curso de su vida. Si hubiera contestado ella no habría podido ofrecer resistencia; si él le hubiera pedido que se bajara del tren, que lo esperara o que diera media vuelta, ella lo habría hecho. No respondió a esa llamada, y la esperanza de esa posible unión murió antes siquiera de haberse convertido en algo palpable, algo más allá de las fantasías, de las miradas. Más agua, más lágrimas, más frustración... Deseaba que el tren no se detuviera, que continuara su melancólica trayectoria para ayudarle a limpiarse, a desahogarse en aquel privilegiado entorno silencioso. El paisaje nocturno y distante a través de la ventana, pocas caras y desconocidas ... la metáfora perfecta para alejarse de él, de lo que sentía de forma tan intensa. Cada tramo recorrido suponía dejar atrás los recuerdos, disminuir aquel grado de vibración, reducirlo a algo insignificante que le permitiera volver a ser ella mísma otra vez.... "Última parada" anunció una estudiada voz por algún megáfono del vagón. Lástima, necesitaba más tiempo. Salió del tren por inercia, dejando las lágrimas en ese vagón, errando por las calles oscuras de forma autómata hacia el hogar, aunque deseaba ir a cualquier otro sitio menos a casa. En el camino encontró un rostro familiar, suerte que sus mejillas estaban secas y su amigo no vió signos de alarma. Hablaron familiarmente y eso distrajo su mente durante la conversación. Incluso rieron con algunas bromas. Se despidieron al rato y llegó casi sin darse cuenta a su portal. Cruzó la puerta y decidió romper la carta para dejar atrás, dejar fuera aquella vivencia que seguiría viva en su memoria para siempre, como prueba de lo que pudo ser pero no fue.

"A veces podemos pasarnos años sin vivir en absoluto, y, de pronto, toda nuestra vida se concentra en un sólo instante" Oscar Wilde

miércoles, 6 de enero de 2010

El ciclo-nadador

Después de muchos días con el "mono" encima, hoy he disfrutado de una hora de bici. Hay un sitio al que me gusta ir porque es un escampado amplio justo en el muelle, al lado de las rocas y el mar. Además de poder pedalear sin que me molesten ni yo moleste a nadie, pudiendo ir más rápido o más lento si me apetece, puedo observar el privilegiado paisaje relajante con el agua, barcos que llegan o se van quién sabe de qué lugares, la quietud de algunos pescadores que pasan las horas y horas en esa ceremonia de la pesca... Bueno a lo que voy... que mientras estrenaba mi "avatar" pasando por todos los hoyos, piedras y agujeros que veía para probar la amortiguación un personaje ha llamado mi atención. Se trataba de un hombre yo diría que de unos cuarenta y pocos años. Primero le ví preparándose (por decirlo de alguna forma pues noté algo de repetitivo en sus movimientos) para montar en bici, poniéndose una camiseta marrón y un gorro blanco como de esos que se pone a los niños en la playa para protegerlos del sol. El caso es que se pone en el carril de en medio (yo iba por los carriles más externos, al lado de las rocas y al lado de una muralla que cierra la explanada) y comienza a ejecutar su particular ritual. Pedalea pero no apoya los brazos en el manillar sino que con los brazos empieza a ejecutar movimientos como si estuviera nadando. No va demasiado rápido ni demasiado lento, ejecuta su particular danza en todo el recorrido hasta llegar al final del carril, apoya de nuevo las manos en el manillar de la bici para dar media vuelta y de nuevo los suelta para repetir la escena. Me quedo algo sorprendida, por lo hipnótico de la representación, por cómo el hombre ejecuta ese extraño baile con tanta destreza (yo soy capaz de llevar la bici con una mano pero no sin ninguna! aprovecho para preguntar desde aquí a los pro y expertos ciclistas por la técnica o el truco para hacerlo), ya que a este hombre le salía con una naturalidad del que lo ha repetido más de dos y tres veces. En fin, ésta ha sido la anécdota del día, el extraño personaje que ha coincidido en mi espacio-tiempo y me ha dejado esa extraña sensación del  testigo que observa algo fuera de lo común y no sabe cómo calificarlo, si de expresión deportiva, de locura valiente o mero desahogo corporal... Qué curioso, deber ser que el mar atrae por alguna razón a personas que se salen de la rutina convencional, como este ciclo-nadador, o como aquel ocurrente cantante de ópera que también me cruzé una vez en la playa.... jejeje me encanta encontrarme esas notas de color entre la gris rutina.

sábado, 19 de diciembre de 2009

Me han regalado un cuento

Pues sí, alguna poesía me han dedicado pero nunca me habían regalado un cuento, así que he decidido compartirlo (lo reproduzco tal y como ha sido redactado por la autora). Si alguien desea copiar algún contenido de esta entrada o de otras anteriores rogaría que incluyera una referencia del autor/autora, como yo suelo hacer. Se llama código ético para los que aún se sientan humanos jajaja.

Flores de colores mojadas en primavera
La puerta estaba abierta cuando Sofía miraba su pierna antes de salir, pensó que habría sido su hermana Carlota (tan revoltosa cómo su hermano Samuel); cantaba bajito como cada día siempre que salía de casa, eso le daba seguridad y le restaba miedo. Cada paso que daba Sofía sobre las pequeñas piedrecitas blancas, esas que llegaron un día gris encima de un gran camión, fueron esparcidas por todo el contorno de su casa y se quedaron allí cómo si siempre lo hubieran estado.
A Sofía, lo que realmente le molestaba era ver cómo al poner el pié derecho, el hueco entre las piedras era mas profundo que con le pié izquierdo, lo cuál le recordaba de continuo su cojera y, aunque ya no lloraba con este pensamiento, sí seguía sintiendo rabia de la decisión de papá al querer colocarlas allí, justo donde no se las podía evitar si quería salir.
Carlota ya iba lejos, con sólo dos años menos que ella, ya sabia montar a caballo galopando mas rápido que Samuel (mas torpe y miedoso), el tenis no tenía secretos para ella, ni montar en bicicleta desde los 4 años, el baile clásico lo dominaba mejor que cualquiera de su clase (la pasaron dos cursos por encima porque el suyo ya le aburría), todo la fascinaba encantando a los demás con su forma de ser tan dinámica y divertida.
Samuel no tenía la pierna mas corta que Sofía, paro carecía de la entereza, vivacidad, destreza y coraje de un niño de su edad, y lo peor de todo es que él lo sabía aunque nunca hablara de ello, cosa que aprendió de su hermana mayor, (mejor no decir mis debilidades, ya se ríen sin decirlas).
Su casa, esa maravillosa casa de Sofía y sus hermanos, se estaba convirtiendo en una segunda piel que no quería arrancar de sí, ni Sofía ni Samuel, sólo Carlota hablaba del futuro, quería ser bailarina de una gran compañía de bailé clásico, o esquiadora profesional (se le daba muy bien cualquier deporte que emprendía), quizás sería jugadora de tenis de fama mundial etc.   
Sus sueños los conocían toda la familia y amigos, lo raro es que nadie preguntaba a Sofía y Samuel cuales eran los suyos, (mejor así pensaban los aludidos, menos presión y sensación de fracaso antes de empezar algo sabiendo que no lo podrían terminar.
Faltaban dos días para el 15 cumpleaños de Sofía, (ella siempre había oído hablar que era la edad más bonita, y ya no vuelve), frase que le resultaba chocante por eso de que “no vuelve”, ninguna otra edad vuelve tampoco, y no creía que los 15 fueran algo tan especial. Ella se sentía igual que cualquier otro día, por eso pensó en las mentiras que cuentan los adultos para adular a los que aún no comprenden la complejidad de la madurez.
Varias veces María (su tía)  le había preguntado qué quería cómo regalo, ella respondió que no habría fiesta cómo los otros años, no quería invitar a nadie, ¡no tenía amigas, para qué una fiesta!, no la necesitaba, ni quería regalos, tenía todo y nada le importaba nada ¿sabes tía?, ¡déjalo ya! ¿vale?, ¡ no me molestes más con ese tema, díselo a papá!

No hubo fiesta, ni regalos, fue un día como cualquier otro, la rutina siguió: Levantarse dos horas antes de salir, ducharse, arreglarse el bonito pelo claro, largo, fino y muy liso (cómo una melena japonesa pero mucho más claro y fino), colocar el pijama bajo la almohada, ponerse el uniforme diariamente limpio y planchado, bajar a desayunar, mejor en la cocina con la tata que en el comedor con su tía, hermanos y padre, luego besar a papá, (siempre evitando a la tía), otro beso para Samuel, nada para Carlota (tenía demasiadas cosas para apreciar un solo beso suyo).
Sofía escuchó una tibia noche de primavera cercana al verano, con el aleteo irritante de un grillo escondido en no se sabe donde pero que la irritaba de manera irracional, el comentario de su tía ¡Alberto, tienes que entender que lo mejor para Lucía sería estar interna hasta que terminara sus estudios, así no andaría por la casa cómo alma en pena a todas horas, resulta desconcertante y al mismo tiempo te olvidas de sus limitaciones y llegas a tomarle cierta animadversión, no es buena imagen para Samuel, ya lo conoces, se identifica demasiado con Sofía y no se decide a ser él mismo! ¡Anda!, déjame buscarle un internado para señoritas en el extranjero, le vendrá bien a ella y a los demás. Desde aquella noche Sofía se prometió a sí misma, que si salía de su casa no volvería.
Pasó la primavera con todas las notas sobresalientes, y ni una sonrisa, una cara de satisfacción, un subidón de orgullo encontró dentro de sí, pues sabía que le próximo curso ya no estaría allí; y pensándolo bien tampoco le importó, ya todo estaba decidido aunque no se lo hubieran dicho aún.
Durante el verano, Sofía intuyó que podía destacar en algo diferente a los estudios, pidió a su papá que la mandara a un campamento de verano que tuviera playa; como es de suponer un hombre tan brillante en los negocios, poseedor de la creencia de ser el mejor de los padres, autoritario y carente de afecto expresivo para sus hijos, consideró esta propuesta cómo viable y accedió.
Durante todo el verano de sus maravillosos (según decían los demás) 15 años, lo pasó aprendiendo a nadar; era quizás el único deporte al cuál no le había hecho caso su hermana Carlota, es por ello que se empeñó en ser la mejor o dejarlo, ¡lo consiguió!, su estilo llamó enseguida la atención del monitor del campamento, el cuál alentó a Sofía para que no lo dejara, y se presentara a pequeños y luego grandes concursos, a lo cual ella respondió con indiferencia no típica de una chica de su edad. Continuó nadando entre 5 y 6 horas diarias, su ritmo era espectacular y todo el campamento estaba asombrado de la ¡coja que nada mejor que nadie!, decían, y más rápido…
Se acabó el verano y con él el campamento; aunque Sofía sabía que su primeros pasos rotos en el curso de esta su vida, empezaba otra etapa muy diferente y al mismo tiempo tan igual cómo la de ahora, sólo que en otro lugar, y por vez primera se planteo cuales eran sus sentimientos para con los suyos y su hogar; no fue difícil saber por qué había tanto desapego, esa carencia de amor en ella, (ella era una persona triste, porque su mundo no le gustaba) ¿por qué?, no recordaba que su papá le leyera un cuento al ir a la cama cuando era más pequeña y tenía miedo a las pesadillas, tampoco un beso de buenas noches, o cuando llegaba a casa cansado y solo Carlota lo hacía reir: también pensó en el hueco del sillón donde ya nunca más se sentaría su mamá, siempre supo, que no estaba muerta, nunca le llevaban flores al cementerio, ni le mandaban hacer una misa en su cumpleaños, se prohibió hablar de ella, porque según decía la tía ponía triste a papá, !todo puras mentiras!, mama se fue porque cómo yo (decía para sí Sofía) no se sentía querida en esta casa, no sé donde está, pero tampoco ya me importa, se fue y ahora me voy yo y ninguna de las dos vamos a volver a estas maravillosa casa que tanta tristeza nos ha causado por el desamor de los habitantes, tan cerca y tan lejos.

Así Sofía marchó al curso siguiente a los 15 años tan bellos (según decían todos), al extranjero, y otros 15 años igual de bellos, (entre comillas) pasaron mas tarde que pronto lo contrario que dijo la tía.
Ahora Sofía es profesora de la Universidad más famosa de Suiza, imparte literatura a un sin fin de alumnos que cada año pasan por su clase, no recuerda sus nombres, ni apenas sus caras, ella saben que se van cada año y no vuelven, por esa razón se prometió no quererlos, ni a los hombres que pasaron por su vida y se fueron tan en silencio como llegaron sin dejar una razón sobre la mesa de sus partidas, ni a alguna amiga que a la primera de cambio se iba con otra sin razón aparente, probablemente avergonzaba a los demás con su cojera, la cual pudo corregir cuando se enteró de que había un doctor que era una eminencia en la ortopedia operatoria; habló con él, le aseguró que podía corregir la cojera con una intervención que cortando el hueso se le añadía una prótesis que en poco tiempo la haría caminar normal.
Largos días de análisis nocturnos, sobre como había sido su vida hasta hoy, y cómo podría serlo mañana; no derramó una sólo lágrima por la intolerancia de los demás, entendió que no fue amada por sí misma nunca, todo fue a nivel emocional pasajero por su defecto, y su corazón estaba quebrado, ya no quería ser amada de ninguna manera, ni coja, ni sin cojera, esta fue la elección más difícil de su vida, y con ella se cayeron todos los muros, ya no hubo mas tristezas, aprendió a amarse a sí misma y dedicó su vida a amar los libros, las historias que otros contaban para que ella las leyera y viviera una vida prestada que jamás la abandonaría.
Después de tanto tiempo Sofía podía decir que el rencor ya no tenía cabida en su vida, sólo sus clases y esas caras de un solo curso más todas las historias por leer, llenaban su vida por vez primera.


Asunción Cabello López


jueves, 5 de noviembre de 2009

Una perturbada os recomienda

Ha nacido un nuevo concepto,... bueno y si no pues lo re-inventamos con otro nombre. Un grupo de amigos con las mentes algo inquietas hemos creado este blog para dar rienda suelta a nuestra imaginación y creatividad a través de la escritura. Formamos un equipo y vamos componiendo una historia por turnos, pero no nos hemos puesto de acuerdo previamente, sino que ninguno sabe cómo va a continuar la historia, de ahí que la historia se convierta en algo dinámico, cambiante y lleno de sorpresas incluso para los mismos autores.

http://perturbad2.blogspot.com/

Esperamos disfrutéis de las historias que nos iremos inventando entre los perturbad@s del equipo. Hay una primera historia que ya finalizó. "La historia de Per" que es una paranoia friki total y sirvió para demostrar que nuestras mentes podrán ser tachadas quizás de non-sanas pero jamás de falta de imaginación jajaja

Podéis dejar comentarios, hacer críticas y dar publicidad del blog tanto como queráis. 

Saludos

domingo, 11 de octubre de 2009

¿Por qué brillan las estrellas?

"... Estos grandes astros han sobrevivido millones de años gracias a que se cuidan de no absorber los rayos ardientes que los amantes de todo el mundo les lanzan noche tras noche. De hacerlo, se generaría tanto calor en su interior, que estallarían en mil pedazos. Por lo que al recibir una mirada, la rechazan de inmediato, reflejándola hacia la Tierra, como en un juego de espejos. Es por eso que brillan tanto en las noches..."
Extracto de "Como agua para chocolate"

 Photo by luizclas from Pexels

domingo, 27 de septiembre de 2009

Bienvenido otoño,... hablemos de sueños

Esta semana ha entrado la nueva estación y este fin de semana nos ha dejado sus primeras lluvias. Aqui os dejo una canción acorde con mi estado y con el clima. El sonido del instrumento Erhu siempre me ha parecido tristemente bellísimo y al mismo tiempo familiar. Hace algunos años tuve un sueño muy particular, muy nítido, en el que yo era otra persona (reconozco su cuerpo y lo vivo en primera persona como si fuera mío aunque no logro ver mi rostro), en otro lugar, en otra época (sólo he tenido un par de sueños así en mi vida y curiosamente ambos los he recordado después muy claramente, con más intensidad que otros sueños normales donde mi imagen coincide con la actual). En estos sueños las emociones son tan fuertes que a veces te despiertan bruscamente de un sobresalto...

Todo comienza en un país asiático, que podría ser Japón o China, nuestra protagonista, Mei, es una forastera oriental que llega a un pueblo a ganarse la vida. El pueblo es tranquilo, hablamos de otra época, todo el mundo está trabajando en el campo o en negocios familiares por lo que desde muy temprano en la mañana se perciben movimientos de personas ocupadas que van de un lugar a otro, o transportando mercancías. Se trata de personas simples, honradas, con un profundo sentimiento de responsabilidad inculcado desde su más tierna infancia. Mei es acogida en una casa grande de dos plantas, tradicional, con suelo de madera y puertas correderas; pertenece a una familia grande y trabajadora, continuamente sus miembros pasean entrando y saliendo para llevar a fin sus tareas. Además alquilan habitaciones para gente de fuera. No se escuchan palabras, no hay tiempo para entretenerse en conversaciones triviales, salvo al atardecer, cuando todos regresan y preparan la cena las mujeres de la casa. Ella se siente a gusto en la casa, entabla amistad con algunas jovencitas de su edad. Aún no tiene una ocupación fija, así que se dedica a ayudar en la casa y por la tarde a entretener a todos con historias, pues es una gran narradora, y bailes, que aprendió desde su niñez. Es una mujer con poder, con atracción, capaz de dominar a los hombres, algo coqueta de vez en cuando y disfruta vistiendo en ocasiones bonitos trajes orientales. El tiempo va transcurriendo y comienza a estrechar relaciones con dos hermanos, miembros de la enorme familia de la casa donde habita, que parecen disfrutar de su compañía y por los que siente un gran cariño. Ellos son amables con ella y rivalizan para captar su atención. Durante algún tiempo la situación continúa así, ella corresponde a los dos hasta que comienzan a mostrar de forma clara la naturaleza de sus intenciones. El resto de las chicas de la casa también lo han notado y la admiran, la consideran afortunada pues ambos chicos son muy bien considerados en el pueblo, responsables, trabajadores y atentos. Sin embargo, Mei se siente triste de tener que tomar una decisión, porque sabe que creará problemas entre los dos, cuando siempre han sido buenos hermanos y se han llevado bien. Ella también siente que su amor pertenece al hermano menor, aunque tiene mucho cariño por el mayor, no puede corresponderle como él quisiera. Así que con todo el dolor de su corazón, anuncia su marcha en el pueblo y comienzan los preparativos para su ida. No desea causar problemas en una familia que tan bien le ha acogido y ha sido tan generosa y comprensiva con ella. El día antes de su partida se prepara una fiesta de despedida en la casa, sus amigan le dan regalos entre lágrimas, Mei se siente conmovida y llora de emoción y pena por la dolorosa separación. También llora pues se aleja de aquel a quién más ha querido en su vida. La casa está preciosa a la luz de los farolillos, y los sencillos jarrones con flores que adornan las pocas mesas, a Mei le parece que la casa está más bonita que nunca. De repente se escuchan voces, gente corriendo, y un alboroto que llama la atención de todos. No tarda en aparecer una chica que cuenta lo sucedido. El hermano menor dice que no quiere seguir viviendo si Mei se marcha y ha intentado suicidarse, sin embargo se lo han impedido a tiempo y sólo tiene algunos cortes superficiales, por lo que lo han llevado al médico del pueblo. En esos momentos, Mei se siente presa de la amargura y acude a su lado sin perder un minuto. Lo encuentra consciente, y con lágrimas en los ojos le confiesa toda la verdad: sus sentimientos y el por qué de su marcha. Ambos deciden marcharse juntos a otro lugar y comenzar una nueva vida. 

P.D.: quizás un poco empalagosa la historia, pero así fue todo tal y como sucedió... al menos en sueños... y no por influencia de ninguna película que hubiera visto en aquel momento... repito q lo viví de forma diferente al resto de mis sueños habituales....

lunes, 14 de septiembre de 2009

La fragilidad de la vida

Hay un iglesia cerca de un puente por la que suelo pasar a menudo. En un lateral de la iglesia se encuentra una imagen de una virgen tras un cristal, y, por fuera, la gente suele dejar pequeñas velas encendidas y flores. Una mujer, sentada en una silla casi tan vieja como ella, vigila al lado del puente, custodia esas promesas y ofrendas a la virgen. Algunos vecinos la saludan al pasar, otros devotos se sienten obligados a intercambiar algunas palabras con esa figura que custodia sus peticiones. En ocasiones, juraría que he escuchado a esta mujer hablar sóla, quizás en un diálogo personal con aquella imagen religiosa de la que es devota. Sin embargo, hace algún tiempo, meses tal vez, apareció un nuevo elemento en esta estampa rutinaria. Un chaval, quizás de unos 16 ó 17 años, difícil concretar porque nunca me he parado a contemplarlo con detenimiento, se sentaba en otra silla junto a la anciana. Desde entonces siempre que he pasado los he visto juntos, charlando animadamente. Me parecía curioso que la anciana hubiera encontrado tan peculiar compañía y me preguntaba qué razones encontraría el chaval para estar ahí todo el día, contemplando a la virgen y charlando con la simpática mujer.
Esta mañana observé que la mujer estaba de nuevo sóla. No sé qué casualidad ha hecho, que pasara justo al lado suya cuando le comentaba a un vecino: "¿Sabe Julián?, Mi amigo sa muerto", "Sí, mi amigo, ese chaval que venía en moto y estaba aquí conmigo". Sólo escuché ese fragmento de la conversación, mientras me alejaba. Podía haber pasado minutos antes o minutos después y no haberme enterado de nada. Habría observado que la mujer estaba sóla y pensaría que quizás el jovencito se habría cansado de acompañarla. Sin embargo, la casualidad hizo que pasara justo en ese preciso momento y me fuera revelada aquella información. Es simplemente otra vida joven anónima que desaparece del planeta (de tantas que lo hacen cada día) pero me sorprendió la gran tristeza y la resignada entereza en las palabras de la anciana. Primero me vino la pena y luego la reflexión. Cuán fragil es la vida, pero al menos podemos llenarla de bonitos recuerdos, que llenen la memoria cuando nuestro tiempo aquí haya concluído.
Dedico esta entrada a ese chico anónimo, por haberle regalado esos recuerdos a la anciana solitaria.
P.D.: Pido perdón por el sensiblerío, pero ya véis que las historias emotivas no hay q buscarlas en las pantallas de cine, te las puedes encontrar cualquier día paseando por la calle...

jueves, 27 de agosto de 2009

El miedo

El joven Napoleón temblaba como una vara verde durante los feroces bombardeos del cerco de Toulon. Un soldado, al verlo así, lo comentó con los demás:

- ¡Mirad, está muerto de miedo!
- Sí,- respondió Napoleón- pero sigo combatiendo. Si tú sintieses la mitad del pavor que yo siento, ya habrías huído hace mucho tiempo.

El miedo no es señal de cobardía. Es él el que nos da la posibilidad de reaccionar con bravura y dignidad ante las situaciones de la vida. Quien siente miedo, y a pesar de ello sigue adelante, sin dejarse intimidar, está demostrando su valentía. Quien, sin embargo, se enfrenta a situaciones arriesgadas sin darse cuenta del peligro, simplemente demuestra irresponsabilidad.

Extracto del libro "Maktub" de Paulo Coelho. Mi opinión es que esta emoción no es mala en dosis adecuadas, pues como dice Coelho, nos hace estar en alerta, tener suficiente adrenalina para poder reaccionar rápido. Si por el contrario sufrimos un exceso de autoconfianza y nos creemos Juan-sin-miedo, podemos pasar cosas importantes por alto. En el otro extremo a evitar, está el sentir un miedo paralizante que nos impide actuar con lógica y avanzar. Así pues, también es típico el caso de personas que sienten miedo por cosas que todavía no han sucedido, con lo cuál la justificación que hemos dado pierde sentido. Otros temen a la muerte, cuando éso es algo contra lo que no podemos luchar. Aunque quizás yo creo que el miedo más generalizado es "el miedo a sufrir", ya sea física o emocionalmente. Se puede sufrir por enfermedad, por fracasos, por pérdidas,.... por amor. Jajaja, ya hemos topado con don polémico "amor"... Ah y por supuesto no voy a cerrar esta entrada sin nombrar uno de los miedos más arraigados... "el miedo a lo desconocido". ¿A qué tengo yo miedo? Umm pues creo que a levantarme un día y no poder volver a sentir ni ilusión ni alegría. ¿Y vosotros?
P.D.: Dedico esta entrada a "Pedro-Juan-sin-miedo", que creo perdió algunos en el viaje...

martes, 26 de mayo de 2009

La búsqueda

Voy a compartir un extracto del libro que me estoy leyendo "Meditación práctica" por Jorge Blaschke, se trata de un cuento sufí de Nasrudin (sí, yo tampoco sabía quién es ese tío asi que corta-pego la entrada de Wikipedia) ...

Un día le preguntaron a Nasrudin por qué no estaba casado, y éste respondió: "Porque no he encontrado a la mujer perfecta".
Los que le habían hecho la pregunta insistieron en que especificara más este hecho, y Nasrudin les contó: "Un día en Bagdad encontré a una bailarina del vientre exquisitamente bella y cariñosa, sin embargo era inculta... no era la mujer perfecta. En El Cairo encontré a otra mujer muy culta y cariñosa, pero fea... tampoco era la mujer perfecta. Finalmente, en Marrakech encontré a una mujer, cariñosa, bella y muy culta, era la mujer perfecta... pero no me pude casar con ella".
Los que escuchaban su historia preguntaron: "¿Por qué no te casaste con ella?".
Y Nasrudin les respondió: "No me casé con ella porque ella también estaba buscando al hombre perfecto".

En ocasiones creemos que nuestra forma de pensar es la única y verdadera, sin considerar que cada una de las personas que nos rodean son un mundo diferente, donde la forma lógica de trabajar su cerebro se ha creado basándose en experiencias completamente distintas a las nuestras, con valores diferentes y condicionamientos dispares a los nuestros. Este cuento tiene la paradoja del hombre buscador de lo mejor, de la mujer perfecta, sin haber llegado a considerar si él mismo era lo suficientemente perfecto para la mujer que buscaba.

Conozco a varias personas, sobre todo mujeres, que andan en una búsqueda parecida... desde aquí les repito lo que le aconsejé en una ocasión a una compañera: "No hay que buscar hombres geniales, sino lo genial de cada hombre".

Jung y la naturaleza animal pagana

 "Las fuerzas instintivas condenadas en el hombre civilizado son mucho más destructivas y por lo tanto más peligrosas que los instintos...