jueves, 17 de junio de 2010

Extracto

Todos sabemos lo que es el espacio vital... en nuestra burbuja de libertad que nos permite controlar lo que nos rodea hasta una determinada distancia. Es decir... la capacidad que tenemos de tener conciencia de que más allá de los edificios que vemos, tenemos amigos que piensan en nosotros.

Sin embargo a veces esa burbuja se retrae. Se va empequeñeciendo por culpa de muchos factores, tanto físicos, como es el invierno o mal tiempo, a sentimentales, como son los palos. La cosa es que las personas se defienden encerrándose en sí mismas, hasta tal punto que dejan de vivir la vida, y viven en sus mentes.

Una táctica de defensa humana es vivir en la imaginación, sin sentir el presente, sólo analizando el futuro y el pasado, añorando este último o planificando el primero. El problema es que poco a poco vamos alejándonos de lo que nos rodea... hasta que nos convertimos en zombis que hacen las cosas de forma automática, conducimos sabiendo donde vamos, pero sin saber cómo lo hacemos, comemos sin poner atención en los sabores, o hablamos de temas sin tener en cuenta el daño que hacemos... y en el peor de los casos vivimos nuestra vida sin importarnos la de los demás.

Somos humanos, debemos ser sociales y ampliar nuestra burbuja vital hasta el máximo para abarcar todas las personas que nos respetan, que nos quieren; incluso merecen más la pena que nuestras invenciones imaginarias o muertos del pasado.

La mejor solución es la más sencilla... tocar el presente. Vivir el momento. Y parece que es difícil, o que la cosa no cambia, pero sí lo hace. Lo mejor es hacer una actividad física, como el deporte o el baile, que te permite concentrarte en los movimientos de tu cuerpo. O por ejemplo un hobby de manualidades, que te permite estar concentrado en algo que va creciendo con los segundos. Y al principio cuesta... pero después viviremos el instante, y disfrutaremos de la compañia de las personas que realmente nos quieren... aunque vivan a miles de kilómetros de distancia.

(Yen Gálvez)

Quiero dedicar especialmente esta entrada a dos amigas que se encuentran como dice al final, a kilómetros de distancia de la gente que las quieren, una porque sé que ha conseguido seguir las pautas de este extracto y otra porque sé que lo va a conseguir.

1 comentario:

Gloria dijo...

¡Muy bueno, niña! No puedo estar más de acuerdo. ¡Gracias!

Jung y la naturaleza animal pagana

 "Las fuerzas instintivas condenadas en el hombre civilizado son mucho más destructivas y por lo tanto más peligrosas que los instintos...