Bueno tenía pendiente por ahí seguir contando anecdotillas de mi viaje a Japón del 2007... Ya os conté lo de intentar hablar japonés y ahora os voy a relatar otra cosa curiosa que me pasó en una estación de metro de Tokyo. Resulta que es muy típico encontrar a jóvenes repartiendo gratis paquetillos de pañuelos de papel (tipo klinex) con alguna publicidad (la empresa que se anuncia es la que paga al supuesto muchacho o muchacha, imagino que no mucho, para que se tire toda la mañana o toda la tarde en diferentes estaciones repartiendo). Total como hay tantos pues la mayoría de los japoneses supongo que hartos de acumular paquetes en casa optan por ignorar a estos chicos y chicas que intentan ganarse algunas pelas para pagarse los estudios, caprichos, etc. en dicho curro temporal. Pues bien, estabamos esperando en una concurrida estación de metro en Tokyo, cuyo nombre ahora mismo no recuerdo, a un amigo. Me dediqué a observar a un chaval que repartía los pañuelos con muy poco éxito, en los diez minutos que estuve mirando creo que logró sólo que una chica le aceptara y cuando vió la publicidad se lo devolvió para el descontento del chaval, que tenía una cara de frustración impresionante. Nosotros estábamos sentados en el bordillo de una acera pero o bien no se percató de nuestra presencia o bien no quiso percatarse. Total entre que yo estaba un poco resfriada de tanto cambio brusco de temperatura (no vayáis en Agosto ni a principios de Septiembre a Tokyo) y la pena que me estaba dando el chaval, pues me levanto con la intención de hacerle un favor. Ando despacio para que no se asuste (ya se sabe que allí algunos no están muy acostumbrados a ver a extranjeros) y el chaval empieza a comportarse de manera extraña XD. No se atreve a mirar hacia la dirección por donde yo me estaba acercando, miraba de reojo y apartaba rápidamente la vista, como diciéndose mentalmente, "si no miro, el demonio extranjero se irá", "si le miro entonces seguro que me habla", "ay! que se vaya por Buda!". Estas transcripciones las deduje a posteriori, porque en aquel momento lo interpreté como normal timidez japonesa ante extranjeros. El caso es que cuando me coloco ya a la distancia suficiente para que pudiera ofrecerme un paquete de pañuelos, y yo poniendo mi cara más amable incluso haciendo una leve inclinación con mi espalda para mostrar mi disposición a aceptar su publicidad (acompañada de valiosos klinex para mí), va y el tío me ignora. Me digo, "bueno será un poco cortito y no ha captado el mensaje, voy a ser más explícita"; allá que extiendo mi mano derecha para hacerle entender que quiero un paquete de pañuelos de esos que lleva media hora intentando regalar y que nadie acepta. Pues va el subnormal y con una cara de susto que parece que iban a matarlo me hace sin soltar palabra la famosa señal de la cruz con las manos o "Batsu" (a veces lo acompañan diciendo "Dame dame!" para resaltar que no hagas lo que pretendas hacer); luego inclinación de disculpa y larga corriendo como si hubiera tenido una experiencia tenebrosa que quisiera olvidar o sólo le restara el suicidio para borrarla. O_o Yo es que lo flipo... tanta represión les hace perder el criterio para discernir entre lo correcto y lo absurdo.
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