Siento la ausencia pero no disponiendo de conexión fija a Internet en casa se hace difícil cualquier comunicación virtual. La verdad que durante este tiempo ha sido como si el tiempo se detuviera y fuera más lento, como esas personas que van a un centro de desintoxicación y cuando salen empiezan a darse cuenta de muchas cosas en su vida que habían desatendido… Lo que también es cierto es que cada ciudad tiene su ritmo e indudablemente la cultura, el número de habitantes y el carácter de las personas también influye en el estilo de vida.
Aquí todavía me siento algo extraña (llevo poco tiempo claro), no termino de ver cuál es mi sitio aquí, cuando me despierto por las mañanas me sigo sorprendiendo con esta nueva rutina, esta realidad distinta y atemporal que aún no manejo con destreza. Cuando cambias tu entorno, ya sea en un viaje, en una mudanza, estancia… es como si te sometieras a una prueba, descubres aspectos nuevos de tu personalidad. Ahora mismo me siento como si tuviera que reinventar la palabra “cotidiano” cada día, lo que implica un gasto extra de energía, ya que la normalidad y la rutina nos permite dejarnos a veces llevar y relajarnos en lo previsible. No sé qué reflexión ofreceros, creo que si hay que ver el lado bueno de estar perdido es que se aprende mucho. No sé si la incomodidad nos hace más fuertes, opino que esa cualidad se tiene o no se tiene y punto. A lo largo de mi vida he pasado por momentos que debería ver como pruebas más que suficientes para demostrarme la primera afirmación, pero a veces... a veces…simplemente el plano emocional se te desborda y no hay mente poderosa que lo controle. Es curioso cómo a lo largo de nuestra existencia por este mundo vamos redefiniéndonos, perfilando nuestra personalidad, suavizando algunos matices, endureciendo otros, pero no podemos negar que vamos cambiando, así que es inútil pretender que siempre somos los mismos porque en realidad no puedes controlarlo al 100%.
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