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Por eso, insisto tanto en la importancia de experimentar la vida desde el estado de consciencia del ser, el cual genera la fuerza para actuar desde el amor y no desde el temor, que es el estado de la inconsciencia, donde el sufrimiento es amo y señor.
Contrario a esto, las personas le tienen miedo al dolor y lo ven como su gran enemigo, tratan de ignorarlo o se resisten a él, sin darse cuenta de que ahí es donde se vuelve más poderoso y se transforma en sufrimiento.
Existe una gran diferencia entre el dolor y el sufrimiento. El dolor es causado por múltiples circunstancias (biológicas, físicas, sociales, culturales, religiosas, etc.) y sin importar de qué tipo sean, el dolor simplemente está ahí. El sufrimiento es un hecho estrictamente mental; es la interpretación que hace tu mente del dolor que se está padeciendo. Es el efecto, nunca la causa.
Si trotas rápidamente, sientes que tu corazón late muy fuerte. Si repentinamente sientes dolor en el pecho, tu cuerpo te está enviando una señal de alerta, para que pares o disminuyas la intensidad del ejercicio. Es un aviso preventivo natural de tu cuerpo. Si haces caso omiso de este dolor, probablemente, tendrás un problema mayor, que puede ser desde un simple mareo o desmayo, hasta un infarto. Estos avisos pueden ser interpretados de acuerdo a la percepción que tengas en ese momento. Es decir, puedes sentir que te vas a morir y angustiarte profundamente, intensificando así el dolor, o puedes elegir respirar profundamente, tranquilizarte y pensar que todo va a volver a la normalidad. En ti está el poder de la elección.
No tengas miedo a experimentar el dolor, ve más allá de él, a su raíz y te podrás dar cuenta que ese dolor es como un despertador cuando estás inconsciente, para que enfrentes con conciencia tu realidad, venzas el miedo y cambies la forma como estás actuando.
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Fuente: www.papajaime.com
Gracias Gloria. Uniré estas enseñanzas a las que decía Buda sobre el sufrimiento para tratar de no apegarme a él y mantenerme siempre en movimiento...