(Extracto del libro "Practicando el poder del ahora" de Eckhart Tolle, disponible en formato digital y descargable gratis)
Cuando
pensabas que conocías a alguien y de repente te enfrentas con esta
detestable criatura alienígena por primera vez, es probable que te
lleves un buen susto. Pero es más importante observarla en ti mismo que
en otras personas.
Busca
cualquier señal de infelicidad en ti, del tipo que sea; puede tratarse
del despertar del cuerpo-dolor. A veces toma la forma de irritación,
impaciencia, un estado de ánimo sombrío, deseo de hacer daño, ira,
furia, depresión, la necesidad de dramatizar las relaciones, etc.
Atrápalo en el momento en que despierta de su estado latente.
Se
alimentará de cualquier experiencia que resuene con su energía
característica algo que produzca dolor del modo que sea: ira, ganas de
destruir odio, pena, violencia e incluso enfermedad. Cuando se ha
apropiado de ti, el cuerpo-dolor crea en tu vida una situación que
refleje su propia frecuencia energética para poder alimentarse de ella.
El dolor sólo puede alimentarse de dolor.
En
cuanto el cuerpo-dolor se apropia de ti, quieres más dolor. Te
conviertes en una víctima o en un agresor. Quieres causar dolor,
sufrirlo o las dos cosas. En realidad no hay mucha diferencia entre
ambas. Como no eres consciente de lo que haces, afirmarás vehementemente
que no quieres sufrir. Pero si miras de cerca verás que tu manera de
comportarte y tu forma de pensar están diseñadas para perpetuar el
dolor, tanto para tí mismo como para los demás. Si realmente fueras
consciente de él, este patrón se disolvería, porque desear más dolor es
una locura y nadie está conscientemente loco.
El
cuerpo-dolor, que es una oscura sombra proyectada por el ego, en
realidad teme la luz de tu conciencia. Tiene miedo de que lo descubras.
Su supervivencia depende de que sigas identificándote inconscientemente
con él, así como de tu miedo inconsciente a afrontar el dolor que habita
en ti. Pero si no lo afrontas, si no llevas la luz de tu conciencia al
dolor, te verás obligado a revivirlo una y otra vez.
El
cuerpo-dolor puede parecerte un monstruo peligroso que no te atreves a
mirar, pero te aseguro que es un fantasma insustancial incapaz de
prevalecer ante el poder de tu presencia.
Me han gustado las frases "nadie está conscientemente loco" y lo de que "tener miedo a afrontar el dolor que habita en ti"... Ciertamente
a veces parece que nuestras acciones nos llevan a sufrir más en vez de
lo contrario, puede que una posible respuesta sea ésta, porque todos
escondemos algún miedo, de forma consciente o inconsciente, y el miedo
alimenta también el dolor si dejamos que nos domine. Este patrón mental
explica muchas de las incongruencias que en ocasiones comenten los
humanos.