2. Programar, dentro de las rutinas del día, alguna actividad que nos ayude a sentirnos bien.
3. Cerrar los ojos, respirar en profundidad y escucharnos por dentro, al menos durante las rutinas de la vida diaria: cuando nos duchamos, mientras nos vestimos, cuando vamos al trabajo, cuando volvemos y nos recogemos, antes de dormirnos...
4. Sonreír, interna y externamente, durante la mayor parte del día, no como una "pose", sino como reflejo de nuestra satisfacción interior. Mirar con afecto a los que nos rodean, pues la mayoría se lo merecen, y el resto ¡bastante tiene con aguantarse a sí mismos!
5. Pensar en las cosas agradables que hemos hecho, en las que nos quedan por hacer y en las que nos sorprenderán favorablemente.
6. Hacer un poco de ejercicio que nos ayude a sintonizarnos con nuestro ritmo biológico, con esa parte física que tanto nos repercute a nivel emocional.
7. Mirarnos al espejo con complacencia, identificándonos con la imagen que nos devuelve y sabiendo que somos capaces de mejorarla.
(Fuente: "La inutilidad del sufrimiento", Maria Jesús Álava Reyes)
1 comentario:
Dedico esta entrada a algunas amigas con las que he comentado estas cosas en persona: Desi, Caro, Esther y Maria del Mar.
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