domingo, 12 de septiembre de 2010

La regla del oso idiota


Este cuento ya lo había escuchado antes, pero hace unos días mi hermana lo compartió para recordarlo. Para mí la peor parte es la tercera, la de olvidar, creo que el ser humano tiene en ocasiones una fuerte resistencia al olvido, pudiera ser porque el objeto de nuestro deseo nos aporta (o creemos que nos aporta) algo a lo que nos aferramos y nos cuesta desprendernos de esa sensación adictiva, quizás como dice Bucay, porque no hemos encontrado otro sustituto de donde obtenerla. Otras veces simplemente nos acostumbramos a ser víctimas y cuesta mucho salir de ese papel, el dolor nos acomoda porque es un huésped conocido, mientras que el no-dolor nos hace sentirnos algo más indefensos. Es un círculo vicioso y autodestructivo muy peligroso, combiene salir de él en cuanto podamos y tomar el control, el poder porque a fin de cuentas somos nosotros los que lo hemos creado y nuestras circunstancias no son las culpables...

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